viernes, 30 de noviembre de 2007

Cosméticos de última generación con efectos terapeúticos

Conocido principalmente como 'cosmecéutica', el nuevo fenómeno recibe también los nombres de cosmética terapéutica y farmacología cosmética, y aunque sus productos se comercializan como cosméticos, el que contengan al menos un ingrediente biológicamente activo les acerca más bien a la categoría de fármacos.

Pese a su confusa definición, la 'cosmecéutica' se alza como el sector de más rápido crecimiento en la industria cosmética, con ventas que podrían alcanzar los 16.000 millones de dólares hacia el 2010, según la firma de investigación Packaged Facts.

Sólo el año pasado los consumidores estadounidenses gastaron aproximadamente 12.000 millones de dólares en 'cosmecéuticos', de acuerdo con un estudio conducido por esa empresa.
Los 'cosmecéuticos' incluyen productos para el acné, la caspa, el crecimiento del cabello, bloqueadores solares, lociones para el cuerpo con extractos botánicos, cremas antioxidantes, inyecciones de colágeno, implantes y blanqueadores dentales.

Pero sin duda los más populares son las cremas antiarrugas, muchas de las cuales dicen tener 'suero que repone las células' o 'propiedades para combatir el envejecimiento'.

Esas cremas se comercializan como tratamientos menos dolorosos e invasores que, por ejemplo, el Botox, que consiste en inyecciones de la neurotoxina que causa el botulismo directamente a los músculos de la cara, paralizándolos y eliminando las arrugas.

Muchos de estos productos no inyectables tienen como base el químico Acetyl Hexapeptide-3, un agente no tóxico que supuestamente baja la cantidad de estimulaciones nerviosas a los músculos y 'reduce dramáticamente las arrugas y las líneas finas de expresión'.

La tendencia de los tratamientos de belleza sin cirugía arrancó en EEUU a mediados de la década de 1990, cuando varios dermatólogos -principalmente el famoso doctor Nicholas Perricone- comenzaron a desarrollar sus productos y venderlos a sus pacientes.

La industria del cosmético acuñó luego el término 'cosmecéutico' -una fusión de las palabras fármaco y cosmético-, aunque el concepto no ha sido reconocido por la Administración de Alimentos y Fármacos de EEUU (FDA).

Aún cuando los 'cosmecéuticos' incorporan algunos ingredientes con efectos medicinales, éstos no son considerados fármacos por la FDA y, por tanto, no están sujetos a un proceso de revisión y aprobación por parte del organismo.

Esto se debe a que los 'cosmecéuticos' no son utilizados en el diagnóstico, cura, tratamiento o prevención de una enfermedad -como define la FDA a los fármacos- y a que no tienen la intención de 'afectar la estructura' o 'función' del cuerpo humano.

Estar en el limbo regulador de la FDA beneficia a los pequeños fabricantes de 'cosmecéuticos', ya que se ahorran -en la mayoría de los casos- los excesivos costes de las pruebas clínicas.
Históricamente, las compañías de cosméticos han alegado, con el lenguaje apropiado, que sus productos tienen beneficios para salud, pero ahora que están en la mira de la FDA deben ser más cuidadosas con esas afirmaciones.

Por eso muchos 'cosmecéuticos' prometen 'reducir la apariencia de finas líneas de expresión' en lugar de 'reducir las líneas de expresión más profundas, desde el interior de la superficie de la piel'.

Así lo afirmaba una compañía a la que la FDA envió una 'carta de alerta', en la que además le objetaba su promesa de 'ayudar a fomentar la producción de colágeno'.

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